ALGUNAS SUSTANCIAS PSICOACTIVAS
Jarras chipriotas del siglo XIV a. C. colocada sobre el difunto hallado en Tel Yehud. En varias de las mismas se encontraron restos de opio. Assaf Peretz, Autoridad de Antigüedades de Israel.
La farmacología egipcia es extensa y rica en sustancias naturales psicoactivas. No es nuestra intención hacer un vademécum de todas ellas; simplemente haremos una referencia a las plantas más comunes y con mayor presencia en las fuentes históricas y, en otra entrada, una reseña especial a dos de las plantas más simbólicas para los egipcios: la mandrágora y el loto.
Comenzaremos por el opio o adormidera, cuyo uso en el antiguo Egipto data de la Dinastía XIII. Tanto los papiros Smith como Ebers (copias de textos del Imperio Antiguo) mencionan su empleo terapéutico para tratar dolencias, especialmente indicada para los cólicos y dentición de los niños. Pero también el opio se utilizaba en ceremonias religiosas. Se menciona en el papiro de Ebers cómo la sacerdotisa Tefnut utilizó un té a base de cápsula de opio para curar una jaqueca al dios Ra. Estas mismas cápsulas han sido halladas en las tumbas del faraón Siptah y la reina Tausrit pertenecientes a la Dinastía VIII.
El uso del opio (que posiblemente los egipcios importaron desde Anatolia a través de Chipre para cultivarlo en Tebas) se extendió a otras zonas de Asia Menor como Canaán, durante mediados de la Edad de Bronce. Tanto Amenofis I como Tutmosis III (Dinastía XVIII) expandieron el imperio egipcio por el levante hasta el punto de que ya en los siglos XIV y XIII a.C. las religiones egipcias y cananea se fusionaron encontrándose incluso en Isarel vestigios arqueológicos de cerámica con restos de opio.
Varios papiros griegos procedentes de Egipto recogen el uso de la planta artemisia o ajenjo, muy extendida en el mundo helénico (referida por Dioscórides, Areteo de Capadocia, entre otros) y considerada por los egipcios como planta sagrada, especialmente indicada contra la melancolía, cuyos efectos alucinógenos son innegables. (Godbey; 1930: 226).
Del beleño negro, referido igualmente en el Papiro de Ebers, y ya utilizado por los babilonios y asirios como sustancia alucinógena en rituales y profecías, Jenofonte nos cuenta que si se variaba la dosis, podría volver loco a quien lo tomaba (Oecom., I, 2): “...a no ser que estemos dispuestos a afirmar que es un bien el beleño, que vuelve loco a los que lo comen.” (TRAD. J. Zaragoza).
Los egipcios también conocieron el estramonio, del que el botánico griego Teofrasto (Hist. Plant., IX, 8, 6) destacó en sus textos los efectos que sobre la psique tiene esta planta, indicada para los ataques de locura. Y del enebro, los egipcios obtenían su famoso kyphi: un aceite a base de tanacetol utilizado en ritos y ceremonias, como atestiguan las fuentes griegas y romanas (Dioscórides. De mat. med., I, 23 y Plutarco. De Isis et Os.).
Por último, en algunas momias egipcias se han detectado restos de cannaboides, como las encontradas en las tumbas del Primer Periodo Intermedio y de la época Ptolemaica y romana; más concretamente en la tumba de Amenofis IV, en El Amarna (Manniche, 1999: 82); si bien no se sabe con exactitud si los restos de estos cannaboides, así como de otras semillas de plantas psicopáticas y hongos encontrados en los sepulcros egipcios, tenían alguna utilidad práctica, esto es, si estaban destinadas para calmar los dolores del difunto en el Más Allá o, en cambio, eran simples ofrendas.
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